Júpiter
hizo de tus ojos lumbre,
Orión,
rendido, acarició tu encanto.
Sumisas
las estrellas, entre tanto,
eleváronte al reino de su cumbre.
Famélico, inspirando mansedumbre,
invoco
al cielo una oración y un canto.
¿Negar
quién puede, acaso en su quejumbre,
admiración por lo impoluto y santo?
Esperanza es virtud que hemos llevado,
navegantes por mares procelosos;
caminantes ganamos el collado,
inocentes cruzamos el cercado,
surcando tierra en campos amorosos,
ofrendamos amistad en rito alado.
(1939)