SIMBOLISMO UNIVERSAL INICIÁ TICO

Q:.H:. ARMANDO HURATDO


 



 

 
Etimológicamente, la palabra "símbolo" (del griego syn-bolon) alude a un signo formado por las dos mitades, reunidas, de algo. El objeto representado se toma como signo figurativo de otro, en función de una analogia cutea que puede ser percibida espontáneamente o bien ha sido convencionalmente admitida por los miembros de un grupo cultural determinado. Este último sería el caso de las ecuaciones o formulaciones matemáticas, por ejemplo.

Así es como definen el símbolo algunas enciclopedias, dejando el concepto insuficientemente delimitado respecto a los cercanos de "emblema" y "alegoría", de los que el primero es la representación simplificada de una idea y, por ello, muy próximo al "ideograma", en tanto que alegoría significa etimológicamente "hablar de otra manera" se trata de aludir a algo concreto que ya se conoce: la balanza representará la Justicia, en nuestro medio cultural, cuando nos expresamos en el ámbito del Derecho. Si la alegoría es verbal, estaremos ante una "parábola", también de significado preciso.

El símbolo asocia ideas diferentes por "evocación", y su desdoblamiento racional está en función de la capacidad de análisis que el observador haya llegado a desarrollar. Por tratarse de evocaciones íntimas, éstas pueden ser inefables o de expresión convencional desconocida por el propio observador. En tal caso, su experiencia íntima no será tan 
fácilmente "exoterizable" o lo será recurriendo a una simbología auxiliar, como puede ser el lenguaje poético.

La Gran Tradición ha utilizado el soporte de los símbolos para transmitir enseñanzas adoptando determinados signos sensibles convencionales, reconocidos en sucesivos períodos históricos por diversas civilizaciones. El idioma propio de cada grupo humano transmite conceptos universales utilizando combinaciones fonéticas diferentes, normalmente referidas al campo de lo material, de lo racional, combinando analíticamente los términos. Sin embargo, siempre ha habido palabras con específica proyección intelectiva que constituyen un acervo "sagrado" por el simbolismo específico que encierran. En este sentido son símbolos íntimamente vinculados a la evolución del Hombre, que representan, dentro de la simbología Masónica, sin temas (conjuntos de valores sintetizados), de alto interés Iniciático. Recordemos los "mantras" de las escuelas orientales, por ejemplo, utilizados no sólo para la especulación preiniciá tica, sino para la concentración espiritual propiamente iniciadora.

El aspecto exotérico de los símbolos, su forma sensible, depende de una realidad inmanente que ha de servir de referencia si lo que se persigue es poner al alcance de quienes esté n capacitados para la Iniciación elementos 
válidos de los que pueda partir la reflexión íntima de cada uno, en función de su propio condicionamiento. Esa realidad inmanente de referencia común, manifiesta datos sobre el Hombre y su entorno universal a los que se aplican criterios analógicos para desarrollar una intuición intelectual que pueda transportarnos al campo de lo sutil, de lo "inteligente" en su acepción profunda de "interactivante". La inteligencia real va mucho más allá de la mera capacidad deductivo-inductiva racional en la que parece querer centrarse nuestra "civilización occidental", encadenándola al uso hábil de la razón para la formación de silogismos basados en apariencias sensibles que conducen a igualarla con una forma de "progreso" utilitario, generador de "riqueza".

El simbolismo es un método para el ejercicio de la imaginación que se propone el desarrollo de la capacidad de "resonancia" íntima del Iniciando en presencia de imágenes percibidas a través de los sentidos. Trabajada así nuestra conciencia, despertamos en nosotros la potencialidad intuidora de analogías características del Hombre que nos permita llegar a identificar nuestra intimidad (nuestro ego), dentro de la interacción constante con la Realidad cósmica total de la que formamos parte. Nuestro microcosmos es análogo al macrocosmos en el que existimos, aun siendo ingente la cuantía de los aspectos de esa realidad 
macrocósmica interactiva ignorados por nuestra "razón". La racionalización no es otra cosa que la "exoterización", no siempre posible, de nuestros hallazgos íntimos mediante ecuaciones sintetizadoras, que, en definitiva, son también
símbolos.

Todos somos capaces de "sentir" conocimientos adquiridos de esa forma en función de la ejercitación que practicamos habitualmente en nuestras profesiones u oficios. Para alguien habituado a la investigación lingüística, por ejemplo, las analogiacuteas evocadas por los signos grá ficoso fonéticos, en circunstancias determinadas, provocan el "salto" intuitivo descubridor de una relación hasta ese momento no percibida. Para Einstein, es precisamente la intuicioa cuten lo que relaciona las impresiones sensibles con el mundo de las "ideas", negando la existencia de un nexo lógico vinculante de otro tipo. Por resonancia imaginativa o intuición han accedido hombres preclaros, si no a la Iniciación en sí, que requiere una concienciación que no es exactamente "científica", sí a umbrales de inteligencia que han permitido la formulación de ecuaciones exteriorizadas o "racionalizadoras" no alcanzadas de otro modo.

Las escuelas Iniciáticas, en Oriente y en Occidente, han utilizado los símbolos para sugerir concatenaciones de ideas, complementarias entre sí, que permiten el gradual acceso a estados de conciencia "mutados" a partir de una sensibilización del individuo. Esta sensibilización es la que marca el comienzo de la "Iniciación" efectiva o, si se quiere utilizar un término familiar en la tradición Masónica, "Iniciación operativa" y no meramente virtual. La simple especulación en torno a los símbolos, la reflexión racional explicativa de las posibilidades "evocadoras" que contiene un símbolo, no es más que la preparación que el Iniciando puede emprender para encontrar su propia clave de iniciación personal siguiendo la metodología simbolista. Si no se pasa de la especulación a una forma de "realización" interior, el Iniciando sólo recibirá una parte de la transmisión tradicional, suponiendo que esa aportación le llegue a través de maestros regularmente iniciados en la cadena de la Gran Tradición, aunque lo estén también de forma meramente virtual.

El simbolismo, dice Jules Boucher, es una verdadera ciencia, con sus propias reglas, cuyos principios emanan del mundo de los arquetipos. Sólo a través de los símbolos, ritualmente considerados, puede entenderse lo esotérico, es decir, la enseñanza dirigida a la intimidad del aprendiz. Éste es el carácter "secreto" de lo esotérico frente a la enseñanza exotérica, que expone silogismos en los que la relación de causa y efecto es evidente, sin que se requiera para su captación mayor esfuerzo psíquico que el del normal funcionamiento de nuestra memoria racional. Conviene subrayar esta diferenciación distinguiendo, a su vez, el esoterismo iniciático de lo que vulgarmente se denomina "ocultismo". El esoterismo busca un mejor conocimiento de la realidad, más allá de las apariencias sensibles, un "descubrimiento" íntimo, en tanto que el ocultismo se propone alcanzar un "poder" para modificar esa realidad. Nuestro tiempo, más que otras épocas, se caracteriza por el predominio de un espíritu ocultista que instrumentaliza las ciencias, desvinculándolas de su Principio superior, que se halla en la unidad cósmica de todas las cosas, obligándolas a servir intereses concretos en busca de un "poder" del hombre sobre la naturaleza. Esa obtención de poder en parcelas diversas de la realidad física aparente, anárquicamente perseguida, corresponde a un talante ocultista o mágico en el que no importa sino la modificación lograda so pretexto de "vencer" dificultades que, en último extremo, derivan de la inmadurez humana para alcanzar un desarrollo en armonía con su verdadera identidad. De ahí la despersonalización galopante que se está produciendo en nuestras sociedades, en las que simples pulsaciones de teclado hacen vivir ilusorios poderes mágicos a individuos desprovistos de cualquier tipo de formación, empujados por sorprendentes "logros" científicos a proyectarse permanentemente fuera de sí mismos.

La Enseñanza Masónica, globalmente considerada, gira en torno a la construcción del "Templo". El término designa, etimológicamente, un lugar "acotado" o separado con un propósito específico. La intimidad de cada ser humano es el primer templo natural que utiliza nuestro ego. Para conocernos hemos de eliminar las adherencias que distorsionan nuestra estructura mental, los dogmatismos que puedan determinarnos apriorísticamente. Pero el conocimiento al que se aspira Iniciáticamente no es un simple "saber" científico, que es aprovechable, sino una realización de nosotros mismos tomando conciencia de nuestra integración cósmica. El microscopio y el telescopio, en cualquiera de sus más sofisticadas versiones actuales, nos muestran, de cerca, estructuras sensibles cuyas interrelaciones obedecen a principios que ninguno de esos utensilios puede "abstraer". La filosofía que se estructura a partir de esos datos está apelando, cada vez más insistentemente, a motivaciones metafísicas (mal llamadas "místicas"), reconociendo o intuyendo la necesidad de una "teoría" sintetizadora. Pues bien, esa teoría es, para las escuelas iniciáticas, la que transmite la Gran Tradición a través de sus mitos y símbolos, que hacen referencia constante a la interacción universal en masas y volúmenes, medidas y proporciones, racionales o irracionales, recogidas muy específicamente en los rituales Masónicos.

Partiendo del "templo" interior, el Masón podrá colaborar en la construcción del templo exterior, social, buscando la armonía con el gran templo cósmico. La utopía social Masónica es la ascesis hacia una sociedad de hombres y mujeres capaces de aspirar a la Iniciación, sintiéndose habitantes de un planeta "vivo" cuya estructura está en resonancia con el resto del universo. La traducción de esa "simpatía" universal sería la solidaridad fraterna, cuya importancia subrayan especialmente nuestros rituales.

Se dice que el proceso de Iniciación presenta, en sus diversas fases, una correspondencia, no sólo con la vida individual, sino también con el fenómeno de la Vida en sí, cuyo proceso de manifestación es análogo al que el Iniciando debe realizar en él mismo, buscando la expansión de todas las potencias de su ser. El arquetipo del plan universal (equivalente a la "voluntad" universal), es lo que en Masonería recibe el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y en ciertas escuelas orientales el de Tao ("Gran Camino" de la tradición extremo oriental) y Vishuakarma ("Gran Arquitectura" de la tradición hindú). Esta unidad, en cuanto al Principio, de las diversas escuelas Iniciáticas no implica uniformidad de la enseñanza exterior, que se realiza de acuerdo con las circunstancias culturales propias del medio concreto en el que se imparte, puesto que no es sino una preparación para el conocimiento Iniciático que adquiere el Iniciando con su propio esfuerzo, asistido por los Maestros. No existen formulaciones dogmáticas ni sistemas cerrados "aprendibles" al modo de las enseñanzas profanas.

La intuición individual es la facultad humana, no estrictamente "racional", que nos capacita para "saltar" al plano de conciencia en que la "forma" que lo cósmico ha adoptado en nosotros, individualizándose, encuentra su vía de "retorno" a la realidad universal de la que procede. Ése sería el Conocimiento Iniciático, que es incomunicable, "secreto", en cuanto experiencia personal. Siendo toda lengua vulgar una forma de expresión analítica que expresa racionalmente las sensaciones, no puede sintetizar, como lo hacen el símbolo o las "palabras simbólicas" a las que nos hemos referido antes como íntimamente vinculadas al desarrollo humano, un mundo "intuido" que está más allá de las sensaciones comunes al plano de conciencia ordinario. Mediante el razonamiento lingüístico puede alcanzarse ciertos conocimientos teóricos previos al fenómeno de la auténtica "Captación", que será siempre absolutamente íntima y personalizada. Por ello no es posible identificar la especulación filosófica ni "teológica" con la aprehensión final de los aspectos de la realidad a que llega el Iniciado.
 


 


 

IMPORTANTE:

NO OS RETIREIS, SIN VER Y FIRMAR NUESTRO

LIBRO DE VISITAS.

GRACIAS


LIBRO DE VISITAS
 


 

cavamur@latino.net.co
 
 
 

 SECCIÓN MASÓNICA










1