LOS DEBERES DE LA MASONERĶA

 
 
 


 

Q:.H:. Gabriel Dávila
 

Algunas veces se debate el tema de la actitud que debe adoptar la Orden ante diversos problemas de la actualidad.  A muchos de ellos en realidad, no puede restárseles importancia porque atañen a sistemas económicos o sociales que figuran en el primer plano de la vida profana del país.

Pero, al mencionar a la Orden Masónica, se insinúa la necesidad de que la Institución, como cuerpo, se pronuncie por una teoría, escuela o bando de los que se disputan encarnizadamente el poder en el exterior.  Y hasta se expresan palabras de desilusión porque ella no sale a la caldeada arena, a combatir a determinado sector de la opinión o de tal o cual bandera.

Quisieran algunos que la Francmasonería ocupara un puesto en la contienda callejera, se mezclara a la disputa disonante de los grupos combatientes agitando una bandera blanca, negra o roja sobre una tienda pública instalada para hablar oficialmente al mundo.

La Masonería no se parece ni en el fondo, ni en su estructura, ni en sus métodos, ni en nada a los organismos que viven fuera de los Templos.  Tampoco se contrapone a ninguno.  Y esto porque su objetivo es otro; uno que no existe fuera de la Institución y al de que dicho sea en verdad en el exterior no se presta mayor atención: la moralidad del individuo.

Pero, ¿qué debe hacer la Masonería ante tantos y tan importantes problemas como presenta el momento actual? 

¿Qué debe hacer? 
Para responder esta pregunta con acierto, ante todo hay que formular esta otra:


¿Qué es Masonería?

Otras preguntas además, completan la anterior.

¿Para qué existe?¿Qué móviles la impulsan? ¿Cómo obra? ¿Cuál es su doctrina? ¿Cuáles son sus métodos? 

No es cosa fácil de resolver si estudiamos atentamente las tradiciones, leyes constituciones de la Orden y muy especialmente sus liturgias tan sabias, poseedoras de tan profunda filosofía como es la que se expresa textualmente o la que se desprende de sus frases.

Y bien, la Masonería es una institución dedicada a labrar la personalidad espiritual del Masón, para que perfeccionado, actúe noble y sabiamente, en el mundo profano al cual la Orden quiere llevar los beneficios de sus doctrinas.

No hay derecho para desvirtuar el objeto de la Institución atribuyéndole otro diverso o queriendo inclinarla a rutas que no son las suyas.  No hay derecho para considerarlas. Otra cosa es que lo  ha declarado ser en el momento de admitir en su seno a un profano.

Sabemos que su misión es formar la personalidad moral de sus asociados, es decir, hacer hombres rectos nobles y fraternales.

Veamos ahora como logra su objetivo.  De qué medios se vale.  En qué forma actúa en el Hermano y qué repercusiones tiene la obra que realiza  el individuo.

Una asamblea política actúa en cuerpo; una sociedad de financistas, de profesionales, de artistas, o simplemente un sindicato, obra en conjunto.  Es la sociedad o la asamblea la que presenta encarando una situación o un problema.

La Masonería, no.

¿Por qué? Por que la sociedad o la asamblea reúne a individuos completamente afines en credo o intereses en una localidad determinada.

La Masonería no obra como cuerpo por que su acción se desenvuelve en forma directa.

Mira a los grandes problemas universales, a los que nos preocupan hoy en el mundo. Ellos son los problemas que encarna el hombre en sí.  Problemas de cultura, de bondad, de nobleza, de honradez, de virtud.

La Masonería sabe que todos los conflictos del mundo están basados en problemas de hombres buenos y de hombres malos; justos y tiranos; ladrones y honrados; soberbios y bondadosos; leales y traidores; sabios e ignorantes.

Es por esta razón que la Masonería quiere ser únicamente una Institución moral.  En ella se practicará la recta conducta sin necesidad de dogmas ni de actitudes místicas, todos aquellos que no comulguen en religión alguna y los que la profesan, reafirmaran sus convicciones.

La Masonería expresa:  hagamos buenos al hombre en lo íntimo de su individualidad, que las bondades familiares, profesionales o sociales, vendrán por añadidura.

El Masón; es pues, en la Orden, un instrumento vivo que penetra en el seno de la sociedad y en ella actúa según las normas del espíritu de la Orden.

La Masonería no va en cuerpo al exterior, no lo necesita ni ésta es su intención; al exterior va el Masón que es su obra y actúa según la formación que la Orden le dio.

Ya sabemos qué es la Masonería y cómo procede, qué objeto tiene y cuál es su sistema.

Un estado social nunca es eterno; un sistema político dura poco, por fuerte que sea; un estado económico no se prolonga demasiados años.  Todo esto cambia, pasa, desaparece.

Pero las imperfecciones del espíritu humano son permanentes.  Hubo igual que hoy, hombres mezquinos, fanáticos, hipócritas, tiranos, falsos y ladrones, en todos los tiempos y en todas las latitudes los seguirá habiendo por tiempo indefinido.

Esta maldad es la que hace la infelicidad social, y contra ella va la Masonería.   Por eso es universal y eterna.

Toda institución humana dedicada a encarar problemas locales  y transitorios, muere tan pronto como esos problemas desaparecen.

Mientras haya hombres a los cuales sea necesario purificar y engrandecer, la Masonería existirá.  Debe existir, es indispensable que exista.

Querer quitarle este carácter es labrar con suma torpeza su destrucción en fecha más o menos próxima.

Alterar su objetivo es empequeñecerla, transformándola de Institución universal permanente, en local y transitoria.

Modificar su sistema de acción, o hacer de esta filosofía solo especulación, es provocar inmediatamente la división y, en suma la disolución.

La Masonería es una escuela de moral para hombres grandes; como más de un Masón eminente lo ha definido con acierto, debe concretarse a su labor educadora del individuo.  Después, el individuo obrará.

Obrará bien si ha sido sabiamente educado, si la escuela logró en él su objetivo.

Si obra mal, signo será que, o no supo obtener el resultado o que empleó su esfuerzo en un elemento indigno de pertenecer a ella.

Ahora me pregunto ¿qué actitud debe adoptar la Orden ante grandes problemas?

Señalar a sus miembros los males que afligen a la humanidad, darles un espíritu templado y purificado de pasiones y egoísmo, darles el impulso necesario; fortificar su decisión y exaltarles a un sereno valor.

Todo esto es obra a realizar dentro de los Templos, como arte integrante de su misión de forjadora de caracteres.

Lo demás lo hará cada cual convertido en el artífice de la gran causa del bien humano, de la libertad, de la justicia, de la equidad social.

Cosa bien distinta es preguntar: ¿Qué actitud deben asumir los Masones ante estos problemas?

Si el camino se dirige limpiamente en el bien de la humanidad, si marcha hacia la justicia y la bondad, cualquiera será  bueno.

Pero la misión de la Masonería como Institución no es ni puede ser otra que la de constituir un Taller eficiente, admitir a ella únicamente a quienes pueden honrarla; purificar  por medio del estudio, el ejercicio de la justicia y la actividad del trabajo.
 
 

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